Tuve mi primera entrevista de empleo a los 16 años en el año 2002. Decliné la oferta pues el horario coincidía con mis clases en la universidad.
Luego en el 2002 conseguí trabajo a los 18 años en una empresa familiar. Obtuve mi primera promoción con 20 años.
Mi primera renuncia fue con apenas 21 años en el 2006. Me dijeron en ese momento que nunca podría ser supervisora por ser "tan blanda".
Curiosamente, fui supervisora entre los años 2013 al 2022 en diferentes capacidades de un total combinado de 11 personas.
Así que lo de ser “tan blanda" o lo que llamamos ahora "tener inteligencia emocional", resultó ser mi cualidad diferenciadora hasta el día de hoy.
Y ahora sí, volviendo al 2006, inicio en el sector bancario, pero justo sucede lo siguiente:
quedo en medio de dos fusiones bancarias seguidas...y pierdo una bonita oportunidad laboral por no tener un CV profesional al día y demorarme en contestar.
En plena primera fusión 2006 tuve mi primera negociación de salario directamente con una VP de RRHH y conseguí un ajuste significativo. Y así fui contratada en el nuevo banco.
En la segunda fusión, quedé “fuera”. Si bien me sentía muy triste, decido cubrir una posición temporal en el banco absorbedor. Afortunadamente fui contratada en el mismo departamento.
Gracias a mi desempeño, tuve mi segunda promoción en 2009 y comienzo a asumir mayores responsabilidades.
Mi segunda renuncia fue con 26 años en el 2011 en donde salgo del sector privado. Y sin experiencia alguna aplico a una posición en el sector de organismos internacionales, siendo seleccionada en el primer intento.
Pero me encuentro con una reducción masiva de fuerza laboral por reestructuración que fue anunciada en el 2012. Experimenté lo que es recibir una solución de asesoría de búsqueda de empleo grupal.
Durante este proceso de reestructuración, sigo siendo responsable de mis tareas y asumo también mayores responsabilidades, ya que una posición justo quedó vacante dentro del mismo departamento.
Por lo tanto, durante la “feria de empleo” producto de la reestructuración, decido aplicar a las dos posiciones de soporte que ya venía desempeñando y adicional a una tercera con nivel de supervisión en otra sección.
Inesperadamente, soy seleccionada para el puesto de “middle-manager”, y durante la notificación formal me informan que mi desempeño en la entrevista fue medular para que el panel tomara una decisión.
Mientras asumía este nuevo rol en el 2013, entrené a dos personas y en paralelo aún era responsable de las dos posiciones anteriores de soporte.
A finales de 2016 aplico a una posición como gerente de operaciones regional en este mismo organismo internacional, cumpliendo apenas con el 60% del perfil.
En este proceso quedo como “Recomendada”. Sin embargo, la persona que fue seleccionada declina la oferta. Por lo tanto, y por seguir en la lista de selección, me extienden una oferta la cual acepto en mayo de 2017.
Nuevamente en esta ocasión, mi entrevista fue medular para que el panel me dejara recomendada como segunda candidata.
Para inicios de 2019 el tiempo promedio que dedicaba a mi trabajo era de 70 horas semanales. Y esto ya me estaba pasando factura, tanto a nivel emocional y físico, e inclusive, afectando mi relación de pareja.
Además, también me convertí en madre a finales de 2017. Y llevar la “dualidad” de ser profesional con grandes responsabilidades, y querer ser madre y esposa presente, simplemente se volvió insostenible.
Por lo tanto, decido en mayo de 2019 buscar empleo pasivamente en una posición de menor responsabilidad, pero lo hago sin estrategia.
Estaba agotada. Trabajaba demasiadas horas a la semana y encima estaba buscando empleo tardísimo en las noches o los fines de semana. Y en paralelo, quería seguir llegando a todo, cumpliendo todo, cumpliendo con todos, mientras buscaba empleo.
Cuando entraba en un grado de frustración extremo, aplicaba por aplicar. Enviando el mismo CV, sin cartas de presentación actualizada, adjuntando los mismos archivos. Aplicaba a todo puesto que salía sin valorar mis no negociables o investigar anteriormente el mercado.
Calculo que apliqué a más de 400 vacantes entre mayo 2019 a mayo 2020. Si llegaba a las entrevistas, lo hacía con un enfoque "acelerado y de descargo", y saboteé una importante entrevista en un organismo internacional.
En ese momento me pregunté si existiría alguna manera para que la búsqueda de empleo sea menos desgastante, enfocada a mis no negociables, con mejores resultados y sin tener que sacrificar mi poco tiempo libre y de descanso.
Y comienzo a elaborar una metodología que me permitió ser más estratégica y efectiva tanto en las aplicaciones como en las entrevistas. Comienzo a valorar más la "calidad vs. cantidad" y a investigar antes de aplicar.
Aprendí muchísimo de una asesoría personalizada a convertir mi CV de un idioma “organismo internacional” a un idioma más “entendible” para otros sectores, pudiendo acceder al acompañamiento que me hizo falta en 2011.
Y en paralelo a todo esto, acepto que ya no quiero correr más, ni únicamente HACER, sino comenzar a SER más. Por lo tanto, tomo una decisión de vida.
A finales de 2020 y con 36 años, renuncio por tercera vez al puesto gerencial regional en el organismo internacional, sin tener aún otra oferta.
Pero ya me encontraba en concurso en una reconocida empresa multinacional y tenía identificado, otro organismo bilateral como objetivo para aplicar (el cual investigué) y en principio se alineaba a mis no negociables.
A pesar de no tener experiencia alguna en empresas multinacionales, consigo el empleo en plena pandemia. Recibí la oferta a las dos semanas de haber renunciado a mi empleo anterior, comienzo nuevamente a laborar en febrero de 2021.
Si bien ya había conseguido ese empleo, seguí aplicando a posiciones en el organismo bilateral que había “targeteado”.
Al mismo tiempo y a modo “ad-honorem”, brindé asesorías en entrevistas y aplicaciones de empleo a una excolega. Dando como resultado que ella fuera seleccionada para un puesto más “senior” en el mismo organismo internacional en donde habíamos trabajado juntas.
Sorpresivamente, en julio 2021 recibo una oferta laboral para regresar al organismo internacional, pero en modalidad consultora a tiempo completo. Decido declinar ya que estaba aún en un proceso de sanación y comprobar si realmente la empresa multinacional cubría mis no negociables.
Sin embargo, decido presentar mi cuarta renuncia a mis 37 años en octubre de 2021 a la multinacional, pues sabía que las condiciones pronto cambiarían. Además, había conseguido empleo en la entidad bilateral que había identificado desde diciembre 2020 y que en principio cubría mis expectativas.
Inicio en este nuevo empleo en noviembre 2021, pero renuncio por quinta vez en mayo 2022, en busca de términos más alineados a mis valores y a no negociables que recién había identificado en marzo.
De igual manera, en marzo de 2022 decido que deseo independizarme progresivamente. Para poder estar en casa y recibir a mi hija cuando llega de la escuela, buscarla cuando lo necesite, estar realmente presente, y sin sentir que mi mente estaba corriendo constantemente.
Tener una ocupación que me llenara desde el alma.
Y poder proyectar esa alegría hacia mi hija, y que vea que uno puede sentirse realmente feliz y pleno con lo que hace cada día. Defino que deseo darle un recuerdo bonito a lo largo de su infancia y diferentes etapas de su vida.
De una mamá que aprendió luego de correr, hacer y complacer, a simplemente SER.
Así que, durante esta pausa de tres meses, inicio un curso de emprendimiento en mayo. Luego de un ejercicio profundo de identificación de ideas, elijo trabajar en dos de estas y armar los borradores de ambos emprendimientos.
Y a inicios de agosto, creo y fundo una tienda online de skin-care asequible y amigable con la naturaleza, Arunima Curated Store (idea uno), e inicio un “simulacro” de blog. Asimismo, decido que iniciaría con la segunda idea de “asesorías de búsqueda de empleo”, hasta el año 2024. Pero sucede algo curioso, entre mayo a septiembre de 2022:
“sigo recibiendo invitaciones para participar en nuevos procesos de selección y se dan avances en procesos a los que había aplicado a finales de 2021 e inicios de 2022”.
Incluso obtengo dos entrevistas en organismos internacionales muy relevantes. Adicionalmente, continúo ayudando en mi tiempo libre a amistades y conocidos en su búsqueda de empleo.
Hasta elaboré un correo guía con recomendaciones para buscar empleo y prepararse para entrevistas.
Mientras estoy en este viaje de emprender y habiendo iniciado como consultora en septiembre 2022 (con términos y condiciones alineadas por completo a mis no negociables),
recibo otra oferta laboral, de un organismo internacional muy importante.
La Gisselle operativa, moría por hacer esas funciones, era la descripción perfecta para lo que tenía experiencia:
HACER que las cosas sucedieran, como un reloj suizo, y anticipar situaciones para no tener que resolverlas después. Y cuidar a mi equipo de trabajo mientras trabajamos juntos hacia resultados.
Pero se alejaba por completo del plan de la Gisselle que estaba trabajando por descubrir… o simplemente dejándola por primera vez SER.
Así que a esta oferta declino, ya que decido escuchar a mi corazón por completo. Con muchas dudas, con muchos miedos, pero en el fondo SIENDO.
Y justo a dos semanas de haber declinado esa oferta, me contacta una excolega (a quien había ayudado muchos años atrás con una preparación para entrevistas), quien deseaba fortalecer nuevamente esa habilidad.
Me pide una sesión de dos horas y ofrece pagarme. Ella fue la que me propuso y fue extraño, lo confieso, pero revelador. Así que creo entonces un evento en Calendly y agendamos una sesión vía Zoom.
Y llega el día, y luego de las dos horas, las cuales pasaron volando, sentí un gozo indescriptible en ese momento al compartir mi experiencia. Honestamente sigo sin encontrar las palabras que logren describir ese sentimiento.
Fue fuera de este mundo (corito de Franco de Vita en 3, 2, 1).
Como señal del destino, a los pocos días, llega a mi atención la apertura de un curso de copywriting. Lo que leo, me resuena, me mueve, me anima, me da luz.
Decido escuchar a mi corazón nuevamente, y llena de miedos, pero siempre en movimiento, me doy permiso de aceptar que deseo escribir el inicio de mi nuevo proyecto: Smooth Transitions.
Para así ayudar a las personas a tener una búsqueda de empleo intencional, enfocada a sus no negociables y valores, y a ser más efectivas en sus entrevistas.
Y solo a unas semanas de iniciar el curso, y luego de escuchar un podcast maravilloso, descubro que soy “Proyector”, según mi diseño humano. Siendo una de sus características:
“poder guiar a los otros tipos a organizarse y a usar sus energías eficazmente”.
Gracias a esto pude identificar que mi propósito es poder ayudar a otras personas.
Todo hizo total sentido en ese instante. Con razón suelen buscarme pidiendo consejos o simplemente para escucharlas.
Así que supe de inmediato que SÍ, quiero enseñar todo lo que sé desinteresadamente. Para que así la búsqueda de empleo no se convierta en otro trabajo más y no afecte otros aspectos de la vida de las personas.
Por lo tanto, desde finales de octubre inicié el curso de copywriting y realicé una introspección personal. Y durante seis semanas me dediqué a escribir, a ordenar mis ideas acumuladas de los últimos 20 años.
Mientras, que en paralelo plasmaba en papel las razones que me movieron a dar este gran paso. Fue un viaje increíble donde conocí personas maravillosas.
Accedí a información de tanto valor, que me permitió conocer una faceta mía que desconocía. Y por primera vez a mis 37 años pude:
conectar genuinamente conmigo y mi propósito de vida.
CONOCE MáS AQUí